Degusto
los
caprichos del aliento
que
excitan la ternura con los besos,
encendiendo
las llamas del infierno.
Silencié
tu
boca con la suavidad de mi lengua,
mientras
tus manos provocaban
la
desesperación en los sentidos.
Un
gemido
en
los senos impacientes
podrían
ser descubiertos por un terso aliento,
que
sutilmente acariciaban la oscuridad del pensamiento.
Y
atraviesas
las
marismas de mi cuello,
cuando
la espalda se columpia bajo tus dedos,
dedos
que lamían la profundidad del sexo.
Déjame
caer
sobre
la abertura del labio,
al
mismo tiempo que me deslice sobre tu piel,
mi
piel,
en
el mar desprendido sobre dos cuerpos.
Poema finalista y con mención de honor en lV Concurso Internacional de Poesia Atiniense
Atina Argentina 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario