Yo
sé
que
en mi pecho
te
quedaste
ahí,
tan
quieto,
pero
me hace falta tu voz quebrada
esa
voz que me dice que no te has ido.
Y
podría pensarte,
haber
deseado en las lágrimas de la tarde
un
beso enloquecido sobre mi carne,
sin
embargo,
no
estabas aquí,
aquí
presente entre la piel.
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