jueves, 30 de abril de 2015



TANTAS NOCHES

Son las ocho de la mañana,
el día despunta
con perezosos rayos de sol,
al mismo tiempo que mis ojos
se empañan por las vivencias
de horas anteriores.

Veo tus lágrimas rodar
sobre el corazón del espino,
y el temblor de unos labios
que maldicen irse
hacia una tierra hermética,
turbia,
ambigua.

El tren llega puntual
en dirección al viejo destino,
mientras la escalinata del alma
va tarareando
un tono metálico
ahogado en su propia sangre.

Los baúles de la transparencia
quedan dispuestos a grabar en la memoria,
abrazos,
palabras,
labios rememorando la piel,
de tantas y tantas noches,
entretanto yo,
vuelvo a mi vida monótona con maestría.

Elijo al subsuelo del alma
como mejor compañía,
un cigarrillo rubio
otra vez mi mirada perdida
entre las notas de un poema,
que inútilmente navega
sobre orillas del mar negro.

Quizás mañana,
pueda contemplar las estrellas
mientras escribo sin derrumbarme
cuando asome tu sonrisa,
esa que no se desdibuja
aunque las nubes más grises
borren el paisaje.

Son las nueve de la mañana,
el tiempo se ha parado en el reloj del andén.





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