domingo, 13 de abril de 2014

JUDAS


Ayer,
cuando mis pasos más seguros me doblegaron,
desnudo ante ti,
mi traidora cabeza de arena.

Yo amé sabiamente al Judas traidor,
ahora entre húmidos maderos
cien heridas sangran sobre mis huesos,
cuando los imparables látigos cuartean y gritan
no me abandones entre este dolor.

¡Qué equivocado fue mi delirio!
¿Cómo pude creerles?
¡Pido perdón!

Le humillé,
pisoteé su lengua,
mancillé verdades,
deshonré su nombre
mientras era testigo de una fábula fingida.

Llora el pueblo,
implora clemencia su madre,
pero los insultos claman gloria
bajo un cielo con sangre.

Hoy no puedo más que rendir mi cabeza,
retorcerme bajo la parca y doblegarme ante ella.


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