Os
miré a través de mis ojos vidriosos.
¡Cuántas
emociones cubrieron la frente!
Yo
callo cuando dos rostros se acercan
y
trazan el resplandor de un beso,
un
beso que abre las puertas al aire
con
aroma a firmamento,
al
mismo tiempo que las alas se despliegan
clavándose
aquí,
aquí
en mi pecho.
¡Ay,
qué pensamientos!
Sin
dudar hubiera querido tener
un
ápice de aquel suspiro,
beber
y que bebiésemos de la saliva envuelta
colmada
en nuestro seno,
naciendo,
muriéndome,
en
cada momento.
Tantas
veces he sido testigo,
tantas
y tantas,
cuando
una boca tiembla y exclama.
¡No
te vayas, quédate aquí, aquí conmigo!
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