Entre
dominantes lenguas te lloré.
Tú,
mi quimera.
He
paseado por cada hoyo del alma
intentando
borrar el minuto exacto de la carencia,
pero
los clavos se han adherido desplegando sus alas
con
la velocidad de una gacela.
He
sentido el fuego de tus ojos austeros
y
mi sangre en la hoguera,
mientras
hincas uñas sobre llagas abiertas
siendo
el verdugo de interminables segundos.
Boca
que condenas el halo de los labios
cuando
cien veces te llamé sin blasfemias.
-Escucha
el recuerdo que murmulla sobre las piedras-
Sin
embargo el hueco pecho ensordece lágrimas profundas.
Y
me obligué a cavar tu mirada
sobre
una regia losa,
contemplando
a los desatendidos dedos
que
murieron en malsanas existencias.
Pero
yo solo sé
del
vacío y la tristeza que me dejas.
Tú,
mi quimera.
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