Mis
ojos fueron olvido
y
la tristeza fue danzando levemente,
sobre
la cara oculta de una moneda
mientras
maduraba el presente
sobre
mis estancias vacías.
Pedazos
de alabastros grises
presentía
entre tus dedos
ellos
fríos como el hielo,
insensibles
ante las caricias
del
tibio cuerpo.
Cuerpo
sin palabras,
palabras
caídas de mi boca
marcaban
tu indiferencia,
ellas
delante de mí se evaporaban
entre
llantos y misericordias.
Por
ti he bebido del veneno a grandes sorbos
al
mismo tiempo que rendí homenaje a tus labios,
y
me rendí,
sí,
me rendí sin mirar atrás,
a
los espinos que sujetaban mis pies a bocados.
¿Dónde
te fuiste?
¿Dónde
estoy?
¿Dónde
estamos?
Dónde
se fueron mis sentidos
los
que rompiste a cada momento.
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