Cuando yo caiga, como fruto maduro del árbol de la vida,
dejadme allí mismo, donde yo caiga,
para que me abrace el sol y el viento y la luna,
que la vida me devore mordisco tras mordisco.
Ramón Sampedro
Seré gacela
cuando el arcángel de la vida aledaña
me libere en camastro y dolor.
Lunes o domingo
¿Qué más da?
Si soy víctima irremediable de esta condena.
Rosa adusta desdeñada
sin pigmento,
olvidada,
macilentas verjas
en lechos de silencio
adueñando mi sedienta espalda.
Renuncio a los grisáceos enseres,
al trono juzgado que me mata.
Ansío palpar mil
gotas descansadas
bajo la fría lluvia,
fundiendo el rostro compungido
con herméticos
cuerpos de fino esparto.
Y los puños se doblegan
en cárceles deshabitadas,
cuando avasallan
pensamientos poéticos
entre vacilantes cosechas
de vida putrefacta.
¡Soy gacela!
¡Soy mar!
¡Soy
libertad!
¡Soy paz!
Me gusta.
ResponderEliminarEsta vida... que suele darnos tales momentos de reflexión...
Permitiéndonos disfrutar de una dulce y especial libertad y paz... y permitiéndonos también conquistar un espacio que nos da la oportunidad para burlarnos del asedio de los abismos y sus oscuridades.
Con cariño, Silvia... este pequeño comentario.
Que tengas un lindo día.
***
IVAN, esta vida si nos da reflexión, luego paz libertad, gracias por dejar este pequeño comentario puesto que es muy grande y significativo.
ResponderEliminarQue tengas un día hermoso.
abrazos..