Y se fue difuminando
tu tez entre mis manos…
La nostalgia ordenaba
la ilusión de poder tocarte una vez más,
mientras las briznas de tu pelo se alejaban
entre la luz y la calidez del mediodía.
Pero que ingeniosos fueron los dedos
que me hicieron superviviente a la calma,
cuando sin acariciarte
yo te sentí en cada silencio,
en cada noche,
en cada mañana.
Inhalé al tiempo,
suspiré sobre mil espuelas de vidrio,
al mismo tiempo que la luna me miraba
con tus ojos ,
éstos que no callarán nunca.
Que difícil no tocarte,
pero te siento entre mi tristeza desordenada…
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