Escuché a la ausencia,
sabia,
decidida,
con ganas de mutilarme…
Atrás quedaron los versos
de enamoradas gardenias,
hoy mi alma caduca
como caducan los alimentos
en una sucia estantería de polvo.
Se rompió el obelisco perfumado
cuando transitabas a oscuras
en las esquinas sin vida,
y en un manto de barro
el delito se oía,
sonriendo,
aguijoneando,
sepultando la alegría.
Y allí donde todo era completo,
selló el gozo azul
como lepra adherida,
se derrumbaban los soles sin remedio
cuando la astuta ausencia bailaba
en una botella llena de fecundos sentimientos.
Silvia... cómo estás...
ResponderEliminarUn gusto saludarte en esta buena tarde.
Espero que estés muy bien.
Tu poema... muy sentido.
Un abrazo... y que tengas un día bonito.
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IVAN:
ResponderEliminarEstoy muy bien querido amigo, feliz de encontrarte.
Gracias por estar en el blog te lo agradezco mucho.
Besitos