Hoy amaneció el sol
con la misma voluntad de siempre,
inmenso como una moneda brillante
pero se desvaneció
hacia inmóviles miedos.
He respetado
cada uno de los silencios,
y ahora tú deshojas lentamente
palabras lacerantes,
que sin dudar hurgas
sobre úlceras sangrantes.
Ya casi me había acomodado
en la alta torre con besos en la frente,
sin embargo vuelves golpeándome.
¡No sientes!
¿Dónde fue tu corazón puesto que el mío ya no siente?
Respétame,
puesto que yo he respetado cada silencio.