En el callado túnel se
fueron aireando
gallardamente sus agrestes huellas,
que imborrables se repiten vencedoras
cual chacal pisa
seguro ante la presa.
Abrazadme entre matorrales y
espiga,
que las piedras sean miembros en heridas
cuando la dermis me contemple llorosa
con serpenteantes muñones en agónicos vértigos.
Heme aquí bajo el
sombrío ocaso,
ahuyentado truenos,
defendiendo la
propiedad que me pertenece.
Ruidos inclinados aspiran el aire
entre ávidas entrañas que aún palpitan
y suspiran ante sus
dientes.
Soy cruz,
víctima en raíces de
arterias
que arrebata al hijo de mi quebrado vientre
hurtando capilares
azulados,
entre tanto el
cautivador latido
vive y muere en repudiados
segundos.
Decidme si el canto estrangulador
no enmudece la
palabra,
si el aliento
reclamado no hiere al corazón
cuando el retrato es
hielo negro
fidedigno esclavo del
dolor.
Miradme, sin nombrar
al desperfecto rostro,
asesino de almas,
que con látigos de
cuero y golpes triunfales,
enlutó lo que más amaba
y ahora, ya no somos
nada.
Quisiera morir guareciéndome en sombras infames,
ser ceniza en fondo de
nieblas
al igual que un cuerpo
es victima en boca carnívora de animales.
Tragadle con garfios
de púas sobre crispadas corrientes
en las falsas telarañas
moribundas,
mientras los cristales
punzantes
arraigan sepultura en
la sal de la sangre.
Siempre fui paciente,
el aire ya no habita
en mis pulmones,
ya no reposo en el mar,
ni en el amanecer,
ni en las ciudades,
sólo espero la alegría de tu anhelado abrazo.
DESFILADEROS DE PROFUNDA QUIETUD
ResponderEliminarLLAMABAN AL ECO DE UNA POESIA
LA ALTURA DE UNOS VERSOS
VERTIGOS ME PRODUCIAN
CON MAREOS DE MUSICA
RECITABA UN POEMA DE AGONIA
CADA LETRA ABRIA SU BOCA
Y ENMUDECIA EL SILENCIO HABLADO
PARA ESPERAR CON ALEGRIA
UN HERMOSO POEMA DE SILVIA
Jorge, gracias mi querido poeta por tus bellas palabras , siempre una pluma en el alma, abrazos
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