Me envolvió el
invierno aquel día
cuando eras calma
en las vestiduras de mi sangre…
Sabed que el alabastro de tus manos
vive y revive en los tapices del alma,
mientras el embrujado aliento
me espera y desespera
en los albores de la luna llena.
Dadme los versos,
la tiara de luz,
el cristal impoluto,
la huella de tus ojos,
tu paz,
la mía,
tus odas.
Decidme,
si la oración de los párpados
fue el sepulcro,
si fuiste nardo en espinas,
amor en dolor,
poeta dibujando lienzos en nuestras vidas.
Poema escrito para la Antología Juan Ramón Molina
sabed que tus letras son hermosas
ResponderEliminary te dare mil hojas para acostar tus poemas
y decirte tan solo una palabra: precioso,
Pasaba por aquí y me detuve, para leer las pinceladas de tu pluma, creo que fué ún momento mágico ya que quedé encantado con la lectura de tu poema.
ResponderEliminarAbracitos.
Pablo
Pablo muchas gracias por tu precioso comentario siempre dando aliento en mis letras , abrazos
EliminarJORGE: Sabed que vuestras hojas son delicias, precioso tu comentario, mil gracias por estar...
ResponderEliminarEntonan aleccionados cánticos el corazón de cien patriotas muertos, acomodando su aliento sin excusas en el bajo vientre de un Dios complaciente.
ResponderEliminarHagamos de nuestras vidas existencia, martirio y sueño, eso es lo que expuso el orador antes de subir a la montaña montado en la chepa inconsistente de un dromerario ¿o era camello?
La cosa es que no era cosa, era consecuencia de las mil cosas que yacían en la innata idea de la primera cosa, trabalenguas entumecido, víctima,verdugo e infeliz decadencia.
Tu acomodaste las palabras preciosas al visitar este poema, gracias por el aroma que dejas en mis letras, abrazos.
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