De mis ojos eres dueño
y del rocío las
mañanas verdes..
Soy ánima de gaviota
inmortalizada en el cielo azul,
jazmín en un vergel perenne,
desnuda de alma y cuerpo
como se desnuda el silencio
que ama,
que envuelve.
No niego el amor
divino que consagra
el amanecer de tus pupilas,
ni las noches impregnadas
entre lunas blancas,
muero sin morir en el ébano de barro seco
con la carencia de tus cálidos besos,
sobre mi espalda.
Aunque la oscuridad
me prestase hasta el último aliento
y las redes encadenaran las manos,
descalzaré mis pies en
la fragua del fuego
con labios sabor a
nácar
en la tenue luz de
una candela,
y como nombre,
una etérea voz
de tu dulce verbo.
Autora: Silvia
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